Oscura, ritualista y profundamente inmersiva, esta entrega de Post Death Soundtrack desciende a lo más recóndito del subconsciente con una elegancia abrasiva. Este proyecto no busca simplemente complacer al oído, también quiere quemar estructuras desde adentro. Guitarras indomables, bajos viscerales y un espectro sonoro que hierve como lava digital, dan vida a una pieza que se siente como una invocación y como una canción a la vez.

La voz de Stephen Moore es el eje de esta ceremonia, es grave, desgarradora y se siente al borde del colapso. Su interpretación encarna una multiplicidad de máscaras; hay furia, renuncia, éxtasis y vacío. El resultado es una narrativa musical hipnótica e inquietante, en dónde los sintetizadores sombríos y percusiones programadas construyen una atmósfera opresiva pero magnética.

Dentro del dark wave más experimental, esta canción no se va con fórmulas; se siente como un sueño lúcido, y es ahí en dónde nos damos cuenta que no es música para pasar el rato, sino que es un descenso elegante y crudo al caos interior.

Deja un comentario

Tendencias