Una ráfaga de melancolía eléctrica se abre paso en esta pieza instrumental, en dónde el ruido no es caos, sino lenguaje. Sin necesidad de palabras, esta canción nos dice mucho con ayuda de guitarras distorsionadas que lloran contención, ritmos que flotan entre lo hipnótico y lo urgente, y una atmósfera densa y palpable que nos atrapa desde el inicio.
El track parece llevarnos por calles vacías en la madrugada, con la cabeza llena de pensamientos que no terminan de organizarse. Es sencillo pero profundamente emotivo. Hay algo en su repetición, en ese pulso insistente, que nos recuerda a la ansiedad silenciosa y el eco de un recuerdo que vuelve sin que lo llames.
Si eres fan de Joy Division, Sonic Youth o cualquier expresión que entienda el ritmo como emoción, encontrarás aquí un refugio, un lugar en dónde perderte sin que tengas que dar explicaciones.






Deja un comentario