Hay canciones que suenan como una película proyectada con luces neón sobre un coche en movimiento, y CRY de the DRIVE es una de ellas. Es un track que mezcla la nostalgia ochentera con el pulso brillante de la indietronica actual, envolviéndote en una atmósfera íntima pero expansiva.
La voz flota entre sintetizadores etéreos y beats suaves pero firmes, mientras que se marca el tempo con una batería que late como un corazón nervioso antes de un beso. Hay un romanticismo postapocalíptico en sus letras, como esos amores que se sienten tan grandes que incluso el fin del mundo parece poco; y ese dramatismo elegante es lo que le da fuerza al tema.
Cada verso se construye como un recuerdo al que uno regresa con los ojos cerrados: revistas vintage, conciertos soñados, despedidas dulces. Una canción que habla de conexión profunda, de perderse juntos en un universo paralelo donde lo emocional no se esconde.






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