Mr. Right no toma medidas y entra directo como un rayo neón en la pista de baile mental. La voz magnética de Power Rob se desliza entre synths ochenteros, bajos sabrosos y rasgueos de guitarra que chispean como fuego en una noche húmeda de deseo. Es synthpop en modo seducción total, con ese pulso entre lo oscuro y lo irresistible que te hace bailar aunque no sepas, aunque no quieras.

Todo vibra con tensión; la letra juega con el clásico “sé que no debo, pero no puedo parar” y la producción lo eleva a una fantasía retro-futurista que se siente como entrar a un club en 1986 y salir en 2086. El solo de guitarra es puro delirio, es dramático, brillante, y perfectamente colocado para sellar esta historia de adicción emocional y química explosiva.

Es pop sintetizado con alma, con picante, con peligro. Y cuando termina… probablemente la quieras volver a poner. Es ideal para noches de luces bajas, decisiones dudosas y perder la cabeza por alguien que sabes que no es el indicado. Pero igual vas por el objetivo.

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