Pink Pony Club ya es un himno glorioso de liberación y fantasía, pero esta versión la lleva directo a la pista de baile con una sonrisa ska y una sección de metales que brilla como bola disco al atardecer. El cover de Triad Brass le da un giro brass band delicioso, entre alt-pop juguetón y espíritu caribeño, sin perder ni una gota del drama y la emoción que Chapell Roan le imprimió al original.
Los vientos entran como una declaración de intenciones de que esto va a ser alegre, vibrante y un poco desenfrenado. La batería salta, el groove camina con flow, y todo el arreglo se siente como si estuvieras viendo un desfile queer en medio del verano, con glitter en el aire y todo mundo cantando a pulmón.
Esta versión no solo respeta la esencia de la canción, sino que la expande, y la vuelve aún más celebratoria. Es pop alternativo con trompetas, libertad con ritmo, y pura buena vibra de principio a fin. Si no te hace mover aunque sea un pie, revísate el alma.






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