¡A veces no queda más que decir “que te vaya bonito”!
Esta canción nos ofrece un pop rock que va variando en su sonido conforme la letra lo requiere, y es que en algunas partes del tema es el rock el que se apodera de cada nota en los instrumentos, con notas que suenan con energía y poder; pero en algunas otras estrofas la tonada cambia a una más calmada, más cercana al pop y con un sonido más constante que en el resto de las estrofas. Incluso encontramos la intervención de un teclado que le mete más sentimiento a la canción.
La voz de Ricardo Muralles tiene un toque de nostalgia, pero también se siente ese tono de reproche antes de dejar a la persona que le hizo daño o que aún lo sigue dañando al no corresponder a su amor de la forma en que él hubiera querido. Lo que sí destaca es que, a pesar de que su amor fue honesto, él no está dispuesto a suplicar. La canción termina en una nota sutil, como si el cuento de hadas en el que vivió durante un tiempo estuviera llegando a su final con un ligero sonido tintineante.






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