Este track es un torbellino melódico que balancea con maestría el desenfoque emocional del shoegaze con el filo melódico del power-pop. Hay una especie de neblina luminosa que te envuelve lentamente, para luego sacudirte con ráfagas de guitarras vibrantes y batería bien plantada. Imagínate a Swervedriver flotando sobre el esqueleto narrativo de Death Cab For Cutie, con un destello de fantasía cortesía de Blinker the Star… así de sabrosa es la mezcla.
La voz flota como un recuerdo que vuelve sin ser invitado, mientras el instrumental se despliega como una ola cálida pero intensa. Hay tensión, hay ternura, hay una nostalgia que no se decide entre dolerte o hacerte sonreír. Las capas de sonido están tan bien entretejidas que es fácil perderse en ellas… y sinceramente, no hay prisa en encontrar la salida.
Es una canción que vibra entre lo etéreo y lo contundente, lo suave y lo punzante. Es ideal para escucharse con audífonos, de noche, mirando un cielo sin estrellas.






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