Con el puño en alto y el corazón desgastado, esta nueva entrega de rock clásico revive la época dorada del género, pero con un mensaje brutalmente actual. La canción cuenta la historia de un hombre que alguna vez peleó con ideales, quizás en nombre de la justicia o la patria, y que ahora, desilusionado, sobrevive a duras penas en una sociedad que lo ha olvidado.

Desde el primer verso, la atmósfera es cruda, hay un hombre hambriento, solo, invisible. La voz es áspera y llena de alma, y carga con décadas de dolor contenido, mientras los riffs de guitarra rugen como una tormenta de fondo. El coro se convierte en el eje emocional de la canción, cuando nos dice que la vida siempre es una lucha, pero no todas las luchas son justas.

La estructura está pensada para golpear fuerte; un solo de guitarra lleno de dramatismo rompe el silencio como un grito ahogado, y el segundo verso nos arrastra aún más profundo en el pasado y presente del protagonista. Cada nota, cada pausa, lleva el peso de una historia real, o al menos, demasiado posible.

Musicalmente, hay ADN de los grandes, piensa en los momentos más viscerales de Pink Floyd, Dire Straits o incluso Springsteen, pero con una voz propia. Esto no es una réplica nostálgica, sino una actualización feroz del classic rock.

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